Fotografía realizada por Randy Robertson
Por Marta Lago (Teamlabs)
Estamos agotados, pero al fin es verano. Llega el descanso tan deseado para tomar aire antes de abordar un proyecto, o para aclarar las ideas sobre qué ha de suceder el próximo curso. El paréntesis estival, sin prisas, hace que las ideas tomen forma por sí mismas y la energía vital nos coloque en la posición de salida que deseamos a la vuelta del verano. Algunas armamos la bolsa de la playa con un runrún de esperanza, “este año, a la vuelta, me lanzo”.
Si estás dando vueltas a sacar adelante un proyecto propio o hacer un cambio, dentro o fuera de una organización, en lo personal o en lo profesional, probablemente posees experiencia y muchas habilidades relevantes. Pero también, seguro, tienes los oídos bien abiertos a materias y saberes que te ayuden a impulsarte… porque todo lo anterior a menudo no es suficiente. Hay que ligar un enfoque de trabajo que impulse las ideas e intuiciones y les den dirección. ¿Cómo hacerlo?.
El Design Thinking, o Innovación Centrada en Personas, es uno de estos enfoques. Ha estado en el corazón de gran parte de los proyectos emprendedores de éxito en los últimos años, dando forma a iniciativas tan locamente dispares como una aplicación móvil para monitorización cardíaca, el rediseño del sistema de voto en Los Angeles, y la creación de una red de escuelas innovadora en Perú (por poner ejemplos vistosos, aunque los menos fotogénicos han logrado cambios muy sustanciales en organizaciones muy diversas).
Y esto ¿qué puede tener en común contigo?. Mucho. A continuación, mencionamos algunos aspectos en los que la Innovación Centrada en Personas te puede ayudar en el impulso que necesitas:
Integrar a las personas usuarias en la creación e implementación de tu idea
Un pensamiento de partida: tus ideas no importan, lo importante es el valor que genera a las personas, en su contexto. Para ello es necesario situar a usuarios y usuarias en el centro del proceso y aprender a mirar desde sus ojos.
“The Job to Be Done”: llegando al fondo de la cuestión
Tus ideas son algo maravilloso, pero… ¿cuál es su núcleo, qué parte es la esencial? No pretendas que los usuarios te resuelvan esta cuestión. La visión es tuya. Y hay que llegar al fondo de lo que importa, de lo que tu idea, al fin y al cabo, hace para mejorar la vida de las personas. El Design Thinking te ayuda a descubrirlo y, más importante aún, a mantener esta intención a lo largo del proceso. Parece trivial. No lo es.
Visualizar y materializar tu idea para hacerla avanzar
Las cosas no pueden vivir en papel ni en el limbo virtual. Hay que transformarlas en interacciones reales, en objetos, en interfaces… y hacerlo ya. Hay que expresar y prototipar para entender, comunicar y mejorar. El test de la realidad sucede a lo largo de todo el proceso y es una excelente cura para cualquier ensimismamiento.
Un andamio razonable del proceso creativo
El Design Thinking es un tipo de estructura creativa. Hay otras. Cada persona, cada equipo, crean la suya a través de la experiencia. El Design Thinking aporta un marco sólido para alternar con armonía las fases expansivas, divergentes, y las convergentes. Es una herramienta extremadamente eficaz para planificar fases de trabajo y guiar la toma de decisiones en procesos con alto grado de ambigüedad (y esta es una de las claves de su atractivo para la industria). Cuanto más se adecúe tu estructura de trabajo al fluir natural de la creatividad, menos sufrirá todo el mundo y mejor será el resultado.
Una metodología de trabajo genuinamente transdisciplinar
El equipo es el vehículo de todo proceso innovador, pero sabemos lo difícil que es armonizar personalidades y disciplinas y hacerlas remar en una dirección interesante. Este enfoque genera un espacio de diálogo donde ninguna disciplina domina el discurso, y la dirección está marcada por lo que se necesita “ahí fuera”. El lenguaje común es la realidad.











