Por Neus Portas (entrenadora del grado LEINN en Teamlabs).
Quieres emprender, tener tu propio proyecto. Pero todavía no lo tienes. Ni siquiera una idea. A lo mejor estás dando vueltas a qué proyecto crear. Pensando si desarrollas un producto o si tal vez mejor lo compras y lo vendes con un margen y ya está. O tal vez estás repasando todo aquello que sabes hacer, para vivir de ello o al menos encarrilar algún proyecto.
Miras webs de inspiración, blogs de makers, le das vueltas y más vueltas… pero no se te ocurre nada.
¿Has probado a partir de un propósito? ¿A plantearte lo que quieres cambiar o aportar al mundo? ¿A por qué quieres emprender? O mejor dicho, ¿para qué? No vale contestar con “ganar dinero”: todas las empresas necesitan ganar dinero, lo damos por hecho. Pero incluso si este es el fin último de tu proyecto, tendrás que buscar un propósito más elevado, que te permita decirle algo más interesante a tu cliente potencial que un “show me the money” (y recuerda que, sea lo que sea que le digas, tienes que hacerlo también).
La metodología de Simon SInek es fantástica para entender cómo articular el propósito, con su Golden Circle, propone:
-
empezar por el Why, tu propósito, tu gran por qué o para qué.
-
seguir con un How, para decidir cómo lo harás, cómo actuarás, cuál es tu factor diferencial que te permite intentar este Why.
-
acabar en el punto donde las demás marcas empiezan: en el What. Porque una vez sabes por qué existes y cómo eres, los productos y servicios que te ayudarán a conseguir ese propósito salen más fácilmente. No te digo que salgan solos, pero sí de forma más natural.
El ejemplo de oro que utiliza Simon Sinek es Apple: ¿por qué la gente quería el iPod y no cualquiera de los otros mp3? ¿Por qué los Mac arrasan? ¿Por qué el iPhone provoca colas de horas?
Porque Apple no partió del WHAT, de los productos; Apple empezó en el WHY, en querer cambiar el statu quo del sector. Y lo hizo con productos user-friendly, con diseño y con innovación (ya tenía el HOW). Y, ahora sí, aplicó su HOW a cada uno de los productos que iba lanzando, para llegar a su gran propósito: innovar dentro de su propio sector, cambiando las bases del mismo.
¿Otro ejemplo? La Fageda, la marca de lácteos que fundó Cristóbal Colón (sí, el nombre no se olvida…) para ayudar a gente con discapacidad intelectual o enfermedades mentales: ese era su gran propósito.
Y decidió hacerlo con productos cuidados, elaborados de forma sostenible, casi artesanal, que no fuese excesivamente industrializada, para poder dar trabajo a más gente.
Con estas premisas, junto a la localización (Olot, en Girona), hizo que se decantara por productos lácteos: yogures, leche…. Hechos en la misma granja, cuidando todo el proceso. Los yougures están riquísimos y han conseguido estar en todos los lineales de supermercados, pisándole los talones a Danone.
Aunque, como él dice, “si no funcionaran los yogures, haríamos otra cosa.” Porque lo que le mueve es su propósito, su para qué: en la provincia de Olot, el porcentaje de paro entre personas con discapacidad intelectual, es 0. Cero. CERO. Que, lo digas como lo digas, es un gran WHY conseguido.