Por José Luis Casal (Entrenador grado LEINN en Teamlabs).
¡Qué bien!
Ya tenéis una idea, está validada por el mercado y estáis decididos a montar vuestra empresa y cambiar el mundo. ¡Fenomenal!
Pero, ¿cómo lo vais a hacer? ¿Qué relación mantendréis los socios? Esto es importante. Es algo que os marcará para siempre.
Si esa relación está clara y bien definida, esa idea innovadora de hoy podrá convertirse en una empresa de éxito.
Dicho esto veamos qué forma jurídica escoger. Quitémonos este dilema del medio…
Por qué figura inclinarnos depende de muchos aspectos: legales, fiscales, la responsabilidad de los socios, el tipo de negocio que vamos a montar… pero principalmente podemos inclinarnos por una de estas tres opciones:
¿Autónomo? Válido, muy válido, sobre todo si pensamos en trabajar como freelance. Pero si lo que queremos es la implicación de varias personas hay mejores opciones. También si más adelante buscas inversión, ser autónomo no es la mejor opción.
Así que pensando en sociedades haz un hueco en tu cabeza a las consecuencias. Una sociedad es como casarte en régimen de gananciales y tener hijos en común. Ha de haber un alineamiento en cuanto objetivos, valores… Química, amor… Es una pena que regímenes societarios más sencillos como la Comunidad de Bienes o la Sociedad Civil no encajen en la ‘atmósfera startup’, principalmente porque no podríamos integrar las aportaciones de inversores cuando estas tengan lugar.
¿Cooperativas? No es un mal modelo, pero debéis saber que cada cooperativista es un voto, independientemente del capital aportado.
¿Sociedad Anónima? ¿Sociedad de Responsabilidad Limitada?
¡Ahora sí! Estas son el tipo de sociedad idóneos para una startup. Es muy fácil estructurar las participaciones y también encajar la inversión proveniente de terceros. Elegir una u otra dependerá de las características concretas del proyecto.
Una Sociedad Anónima puede tener todos los socios que queramos y puede incluso cotizar en bolsa, retribución mediante opciones… vamos, a lo grande.
Si el proyecto es más humilde, podemos pensar en una Sociedad de Responsabilidad Limitada. Una SL para los amigos. Sólo necesitamos 3.000 euros de capital social, frente a los 60.000 de una Sociedad Anónima y su gestión también es más económica.
Sí, ya sé que hay que pensar en grande. Así que tranquilos. Si todo va como un cohete, podréis convertir sin problema vuestra SL en una SA.
Un punto a tener en cuenta es la responsabilidad. Si una sociedad no pudiese hacer frente a un pago, los socios ‘sólo’ responderán por, como máximo, el capital aportado, no comprometiendo, de esta forma, su patrimonio personal.