Por Almudena Ferrer (alumna del LAB/ Rapid Protoyping)
Como parte de la misión de Teamlabs para extender la innovación y la formación de una nueva generación de profesionales comprometidos con el mundo, el viernes 22 y sábado 23 de enero se celebró en Madrid el taller de prototipado rápido impartido por Rafa Zaragoza, director creativo de Thinkersco, en el que participé. La agencia diseño de innovación Thinkersco es experta en la aplicación de conceptos innovadores en la generación de ideas.
Arrancamos la jornada con la narrativa los casos de éxito de la compañía y la experiencia del Bulli, para mostrar el punto de partida de todo proceso, cual es el “dolor” o problema que nos molesta y requiere solución. Para la mejor comprensión de este problema, la primera herramienta que empleamos es la narrativa, ya que “cuando uno cuenta historias, mejora historias”. Narrar una historia mejora la percepción y comprensión del problema, y nos empieza a animar a producir ideas.
Durante la jornada vemos la generación de ideas como un proceso horizontal, en el que puede participar todo el mundo independientemente de su ocupación, preparación o disciplina. Sin embargo, una vez ya generada una idea ganadora, es necesario verticalizar el proceso y dividirlo entre especialistas, quienes tienen ya la tarea de materializarla en un producto viable.
Aquí es donde entra en juego el prototipo, que sirve para probar la idea. Diseñar experimentos para validar una idea es un concepto clásico, que se remonta al nacimiento del método científico pero, sorprendentemente, no ha sido aplicado de forma sistemática a los productos o servicios de consumo hasta tiempos más recientes.
La primera pregunta es: ¿para qué quieres utilizar el prototipo? ¿Qué información tiene que aportar? Los primeros prototipos puedes dibujarlos en papel o elaborarlos con herramientas sencillas, y con estos salir a la calle a preguntar para obtener feedback. Esto nos aporta una primera impresión sobre qué feedback positivo y negativo obtenemos, qué es lo que no se entiende, y cómo mejoraríamos nuestra idea.
Zaragoza compartió su experiencia poniendo ejemplos de prototipos funcionales que tienen que servir para recibir todo tipo de críticas y obtener así los insights que estamos buscando. En las fases iniciales el prototipo sirve para la destrucción de la idea, poniéndola a prueba frente a todas las objeciones. Porque se trata de entender a la persona y crear un concepto para poder probarlo. Con un prototipo buscamos aprender, no lucir nuestras capacidades. El recorrido es: entender a la persona -> crear un concepto -> probarlo.Sólo así entraremos en la fase funcional, donde averiguaremos qué queremos aprender de esto, que no es sino cuál es nuestro mínimo producto viable, y a quién lo queremos vender.
Al final, ideas tenemos todos, pero sin ejecución no valen nada.